En nuestra vida diaria nos encontramos frecuentemente con
obstáculos que se nos presentan como grandes muros, de los que
apenas podemos ver su fin. En el camino a lograr nuestras metas
debemos sortear un sinnúmero de situaciones y de problemas tan
diversos, complejos, inesperados, y en ocasiones, tan
incomprensibles, que creemos no ver otra salida mas que refugiarnos
en hábitos poco saludables y hasta dañinos. Tal vez, luego de
aceptar que no podemos controlar todas las cosas externas a nosotros,
el mayor desafío a nuestra tranquilidad son nuestras propias
acciones. Aquí cinco hábitos con los que nos arrebatamos la
tranquilidad de las manos.
La prisa exagerada.
Tantas veces vemos conductores de automóvil acelerando iracundos
solo para detenerse en el mismo semáforo que nosotros, maldiciendo
en un embotellamiento con las venas de su cabeza a punto de estallar.
Y es que el reloj se ha convertido en nuestro verdugo, y la vida
agitada de hoy en día se lo permite. Pero pensemos con claridad, ¿En
realidad es necesaria tanta prisa?. Muchas veces no se trata de
correr, sino de sincronizarnos con el horario. Muchas otras aunque
corramos no lo lograremos a tiempo, no vale la pena entonces perder
la calma. Recuerda, si la ira fuera combustible nuestros cohetes ya
llegarían a marte en cuestión de horas.
La procastinación.
"Una hora para la entrega, todo el trabajo de sies largos
meses se verá reflejado aquí, es ahora o nunca. Me gustaría no
haber empezado ayer..." Asusta la cantidad de veces que decimos
algo similar sobre nuestras obligaciones. ¿Y que hay de las que no
tienen fecha de entrega?, el libro que queremos escribir desde hace
años, el árbol que no hemos ido a plantar, aquella gotera molesta,
apretar el grifo flojo, con dos giros del alicate bastaría. Qué
frustración sentimos cuando el agua del grifo nos salpica, o cuando
vemos las semillas que compramos con toda voluntad,.selladas tal como
las recibimos. Lo peor de todo esto, es que siempre sabemos
exactamente que tenemos que hacer y cuando tenemos que hacerlo, pero
buscamos adrede postergarlo, al recreo de hoy sacrificamos nuestra
tranquilidad mañana.
Las personas toxicas.
Desgraciadamente existen personas que dañan y contaminan. Su
propia historia de vida, sus decisiones, y sus experiencias, los han
llevado a desarrollar esa capacidad de engendrar larvas ponzoñosas
con sus palabras y sus actos. De alguna manera nos convencemos de que
su comportamiento es inocuo, a la larga, nadie es perfecto. Quizás
nos corresponde recibirlo, pensamos, nosotros también descargamos
sobre ellos
no precisamente lo mejor de nosotros. Sin embargo aunque no lo
notemos al principio, tras los espacios que compartimos (O que nos
obligamos a compartir) con estas personas, crecen en nosotros
pensamientos obsesivos, dependientes, y dañinos, que nos roban
nuestra tranquilidad.
Los prejuicios.
Que si ella esto, que si él aquello, que se siente al lado pero
sin dirigirme las palabra, que se quite esos harapos, que su música
es puro ruido. Déjame preguntarte algo: ¿Invertirías tu dinero en
algo que desconoces por completo solo porque a primera vista parece
rentable?, no malgastemos entonces nuestro tiempo formando opiniones
negativas de cosas que desconocemos por completo. La sensación que
nos genera nuestros pensamientos negativos sobre las cosas, es igual
de desagradable tanto sabiendo si tal cosa es negativa para nosotros,
o si lo suponemos de antemano.
Los vicios.
¿Nada mejor que un cigarro después de una larga jornada,
verdad?, ¿y si te dijera que tu jornada se ha hecho tres veces mas
larga a causa de ese monstruito que te presiona a fumar?. Los vicios
dan la impresión de ser catalizadores y sentimos que nos generan una
suerte de bienestar, sin embargo no es así. No existe la
satisfacción absoluta con los vicios, solo satisfacemos un apetito
que nosotros mismos nos provocamos. El circulo parece inofensivo
cuando vemos el dibujo, pero en realidad por cada giro que demos en
el vicio, nuestra vida y tranquilidad se deterioran muy lentamente
hasta el punto de caer en una peligrosa enfermedad degenerativa
llamada adicción.